Los juncos son palabras alargadas,
palabras en la orilla de los ríos,
palabras con futuro en las estrellas
y futuro en la piel de tus mejillas.
Palabras derramadas lentamente
sobre el pecho fornido y amoroso,
una tarde de ninfas y de sombras
que descubría cómo abrir los labios,
y el follaje inventaba besos nuevos,
tan dulces como el agua ensimismada,
subiendo por los tallos del jacinto,
hasta alcanzar el tronco de los sauces,
el brillo atesorado por las hojas,
que saludan al aire como amantes.